Pues ya está, ahora sí. Desde ayer por la tarde ya se puede adquirir a través de
Drivethrurpg el primer lanzamiento de nuestra ridieditorial:
Los Salones Verticales. No vuelvo a contar de qué va porque ya huele, mirad entradas anteriores o consultad la página de
Phlogiston Books en este ¡
ENLACE!
Antes de que empiecen a llegar las reseñas (si es que llega alguna), merece la pena hacer algunas reflexiones, no sólo sobre este engendro en concreto, ni sobre el rol en general, sino sobre la vida en general.
Publicar este módulo ha sido fácil y difícil. Es decir, ha sido difícil encontrar tiempo para escribirlo, máxime teniendo familia, un trabajo muy absorbente y algún que otro ramalazo de pluriempleo. Lo que apetece después de pasarte el día currando, hacer algo de ejercicio para no morirte de un infarto a los 50, bañar y acostar a los niños, y pasar un rato con ésa mujer tan maja con la que te casaste y ves menos que a tu jefe, es apagar la luz y quedarte frito. Eso sí, una vez tomada la decisión de quitarte una hora más de sueño, resulta fácil hacer algo que te gusta. No sé vosotros, pero yo no creo que vaya a encontrar jamás la realización a través del trabajo. Creo que eso es algo que se consigue con otras cosas, cosas como puede ser esta mamarrachada, o tener un grupo de teatro aficionado, o plantar orquídeas en el cuarto de la lavadora, o hacerte una media maratón o cocinar el bizcocho perfecto. Por eso es tan importante no dejar que las circunstancias te quiten eso.
Después ha habido que encontrar a los compañeros de viaje adecuados, claro. En primer lugar, Josemasaga, otro culo inquieto con aspiraciones de dominación mundial. Después Valentí Ponsa, al que felizmente llegamos de rebote. Patxi Tébar, al que le hubiera gustado poder dedicar más tiempo al proyecto. Tim Snider, un señor al que no conocíamos de nada pero se ofreció a echarnos una mano con toda su buena voluntad. Y finalmente Diego Menéndez, por recomendación de Rodrigo García Carmona, al que nunca se lo agradeceremos lo bastante. Sólo encontrarles ha llevado meses, y después han sido ellos los que también han pasado meses perdiendo horas de sueño para dedicarlas a un proyecto que, claramente, no les va asacar de pobres.
Insisto, meses sacando esto adelante a base de pura cabezonería. No hace falta más. Por eso digo que en cierto modo también ha sido fácil. Porque no tiene ningún secreto. Es como cuando los científicos se preguntan asombrados: "¿cómo harían los egipcios para levantar las pirámides?". Pues echando horas. No hay más misterio.
¡Así que, echad horas! ¡Luchad por lo que realmente os llena! ¡Copón, ya!
¡Ahí estamos!
Tana-na-naaaa nanaaa nanananaaaa na-naaaa na-naa nannanaaaa...
Y ahora comentar algunas decisiones que tomamos a nivel editorial:
¿Por qué no hemos hecho mecenazgo? Porque los odio. Odio los mecenazgos y odio con todas mis fuerzas las
stretch goals, esas moñadas que sólo sirven para que mi libro tarde seis meses más de lo previsto en llegar a mi casa. Conste que creo que los mecenazgos tienen su utilidad para determinados proyectos como pueden ser manuales grandes y gordos, juegos de mesa y cosas por el estilo, pero en algo como esto, un módulo de 42 páginas en blanco y negro formato A5, un mecenazgo me parecería una tomadura de pelo existiendo alternativas como el
print on demand. Riesgo: 0. Bueno, siendo sinceros, si pagáramos lo que merecen a todos los que han trabajado en el módulo tendríamos un cierto riesgo ya que habría que recuperar el dinero invertido, pero tampoco estamos hablando de unas cifras astronómicas. Muy mal se nos tiene que dar para no recuperar la pasta o, al menos, para no perder demasiado.
¿Por qué no lo hemos puesto en
pay what you want? Por un lado porque no me fío de vosotros, que sois todos unos golfos; y por otro porque creo que hace falta dar un valor mínimo a tu trabajo. Parecerá una tontería, pero creo que el cliente ve con otros ojos el hecho de que el precio no dependa de su bondad. Yo odio regatear, y el
pay what you want me parece como estar en un zoco hablando con un señor que me quiere vender una alfombra. Quiere un precio concreto, y luego ya reflexionaré yo si ese precio me parece bien o mal.
¿Por qué no lo hemos puesto en Licencia abierta/descarga gratuita/Creative Commons? Porque ha costado dinero, no mucho, pero algo sí, y me gustaría intentar recuperarlo antes de que empiecen a circular copias piratas, que es algo que hay que asumir que sucederá tarde o temprano. Ya digo que esto no lo hacemos para ganar dinero, pero si conseguimos no perder demasiado, mejor que mejor.
¿Y eso de hacer una versión en inglés? Por probar y, sobre todo, porque el grueso de la comunidad de
Dungeon Crawl Classics es angloparlante. Es triste pero es así. Al menos hasta que alguien se decida a editarlo en castellano. En breve abriremos una convocatoria en
Phlogiston Books para publicar allí conversiones a otros sistemas, más que nada porque yo, por ejemplo, no me veo capacitado para hacer una versión del módulo para
D&D 5ª o
Aventuras en la Marca del Este. No domino esos sistemas lo suficiente.
Y así a bote pronto no se me ocurren más dudas que puedan despertar este asunto. Estoy abierto a preguntas.
Ahora ya toca ponerse con los próximos proyectos. Tenemos en la lista de espera
The Phlogiston Books: Volumen 1, material de primera para animar vuestras partidas;
El Carnaval de las Delicias Terrenales, un mini sandbox de fantasía rural, género del que Josemasaga es un pionero;
El Éxtasis del Oro en sus versiones embudo y nivel 3, y
El Último viaje del Condenado Director's Cut.
Tenemos muchos planes en
Phlogiston Books. Y muy poco tiempo para ponerlos en práctica. Pero bueno, poquito a poquito, rascando minutos... igual en un año sacamos el siguiente.